Cuando la luna se oculte para dar paso al nuevo día,
antes de que salga el sol, ya habré partido.
Dejaré atrás todo lo que un día fue mi vida, para empezar de nuevo,
quizá con mejor fortuna. Dejaré también
todos mis miedos, mis fracasos, mis decepciones y desamores, enterrados en la
fosa más honda que pueda encontrar. Y en
la lápida grabaré, a hierro ardiendo: “Aquí yace el viejo Ángel”.
Puesto que, en la vida que comienzo, iré sin cargas,
con la cara bien lavada y la espalda erguida, seré la persona positiva y
optimista que siempre quise ser. Así
que, si algún día me buscas, o preguntas por mí, hazlo llamándome por mi nuevo
nombre, Ángel sí, pero Ángel Sipuedo.
Muy buen trabajo, Mima. Este Ángel me seduce y me resulta un personaje creíble y convincente, en ese volver a empezar esperanzador que nos relata
ResponderEliminarUna reflexión profunda e ingeniosa, con tu sello particular, como todo lo que escribes.
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