Así era conocido un hombre que vivía en el pueblo,
mas ese no era su apellido sino el apodo que heredó de su padre y su padre de
su abuelo. El pobre hombre ya no sabía
qué hacer para que le quitaran aquel apodo que tanto le disgustaba. No había forma de lograrlo ya que, de boca en
boca, se comentaba que esa familia padecía de gases y todo el día los estaba
expulsando. Era como una traca cuando
pasaban por su lado. De ahí el apodo de
tor-pedo.
Los títulos impuestos para la tarea de esta semana invocaban al sentido del humor y aquí está, presente. Muy divertido, Luisa. Se agradecen las risas.
ResponderEliminarTienes una capacidad innata para inventar historias. Me gusta mucho todo lo que escribes.
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