¡Vaya dinamita la de Milagros!. Era una chica tan explosiva que la llamaban
la contrahecha, de bien que estaba. Se
llevaba a los hombres de calle, hasta que se enamoró de verdad y entonces pasó
la pena negra. Puso todo por su amor, no
digo dio porque no tenía nada más que su
trabajo ¡y se las cobraron todas juntas!.
Se llenó de hijos y tuvo que escuchar muchas veces que comía gracias al
que se los hizo, que no era otro que su marido.
La vida siguió sin él y ahora Milagros vive
tranquila con lo que la justicia le marcó, tras el divorcio, eso sí, se quedó
sin ganas de darlo todo por amor.
Teresa, me gusta mucho el tono que usas para describir a este personaje desafortunado que, al final, se reconcilia con la vida y con sí misma.
ResponderEliminarAs cambiado de registro. Vales para todo, cómico, dramático y lo que se te ponga por delante.Bonita historia esta.
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