Dos amigas se encuentran en la calle y, después de
saludarse efusivamente, deciden entrar a una cafetería para proseguir la amena
charla, saboreando un buen café.
Pepi la simplona relata con todo detalle a Ramona la
enterada, que ha conocido a un hombre encantador, educado, culto y
cariñoso. También que éste le ha contado
que posee un apartamento en la costa y que además le concedieron en su
juventud, una medalla de la Legión Española.
Su nombre de pila es Esteban.
Ramona, al escucharlo, exclama:
-¡Ah! ya sé quién es, le conozco perfectamente. No creas lo que te ha contado. Le gusta pavonear ante las mujeres, sabe
venderse a sí mismo.
-Siempre tienes que sermonear y sacar a relucir tus
temores. Puede que haya cambiado al
conocerme –responde Pepi disgustada.
-No te sermoneo –advierte Ramona –mi recomendación
es que no creas sus mentiras. Sólo trato
de evitarte sufrimientos. Para acabar,
afirmo con toda seguridad que ese tipo no cambia aunque se meta a cartujo, no
en vano lo llaman Esteban Noselocrean.
Muy bien resuelta la propuesta de esta semana, Dolores. Nos has dibujado a un personaje de nariz larguísima, espero por su bien, que Pepi haya hecho caso a Ramona. ¡Divertido!
ResponderEliminarSiempre inventas historias preciosas, que nos hacen pasar un buen rato al leerlas.
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