lunes, 28 de octubre de 2013

LA LETRA RUEDA. De. Mary Rancel



El alfabeto se considera a sí mismo como una clase aparte. ¿Qué es un tanto vanidoso y engreído?, por supuesto que sí. ¡El muy petulante!, sabe que no sería factible comunicarnos de una forma fluida  y con matices de no ser por él. Lo que no lo excusa, para estar siempre dispuesto a ser usado, sin tener en cuenta razas, creencias, ni clases sociales.
El alfabeto  puede ser todo lo jactancioso que quiera, tiene todo el derecho del mundo a serlo. Es del todo necesario, preciso, poderoso y asequible a casi todos los moradores de nuestro planeta. Los racionales lo empleamos para que las letras rueden por el mundo y se forman palabras, sílaba a sílaba.
Se han escrito obras magistrales, convertidas en universales, gracias al alfabeto, si no fuera por él ¿qué sería de esos magníficos textos?.
En la antigüedad, rodaron los gestos, las palabras, los signos, los dibujos…pero, en nuestra era, ¿me quieren decir, qué sería de nosotros sin las letras del alfabeto? No quiero imaginarlo.
Cuando escribo algo, cada letra rueda en m i mente antes de ser plasmada en el documento, configurando en mi imaginación una simple rueda de bicicleta que gira y gira sobre su eje, una y otra vez, incansablemente, para seguidamente, transportar lo escrito al lugar oportuno, sin dejar de girar al compás de sus antojadizas ruedas.
Hagamos que la letra continúe rodando, rodando y rodando… para que nosotros sigamos escribiendo, escribiendo y escribiendo para la posteridad, por tiempo indefinido.






2 comentarios:

  1. ¡Qué buena analogía la que haces! ¡Qué no deje de rodar, pues, esa rueda de las palabras! Un abrazo, Mary.

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  2. Este comentario, como todos los tuyos, me llena de ilusión; me da aliento para seguir escribiendo. Gracias y hasta pronto

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