Clotilde ha
logrado introducirse en el metro. Por el
olor a humanidad que impregna sus orificios nasales, percibe que el vagón se
encuentra a tope. Trata de proteger su
violín de unos cuantos muchachos que, alocadamente y empujando, han entrado al
vagón. Con un ligero movimiento de
cabeza, oye sus conversaciones frívolas, deduciendo por el tono de sus voces,
que deben ser muy jóvenes. Agudiza sus oídos
para escuchar por el altavoz su próxima parada.
Se prepara para salir, entonces siente que alguien se adelanta; por el
olor a perfume que desprende, supone debe ser una dama de la alta burguesía.
Por fin,
llega a la calle. En su rostro nota el
gélido frío de Madrid, propio del mes de enero.
Salvando algunos obstáculos, se encuentra ya en el Teatro Real donde,
junto a sus compañeros va a debutar en su primer concierto.
Clotilde
siente una gran emoción al rasgar las cuerdas del violín, sonando una dulce
sinfonía, gracias a su fino conducto auditivo.
Una excelente sinfonía de sensaciones la de tu relato, Dolores. Has sabido captar muy bien el propósito de la tarea impuesta esta semana.
ResponderEliminarSiempre que leo tus escritos me atrapan desde el principio. Este me ha encantado por lo bien elaborado, como todos los tuyos.
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