Un día oye voces y nota
que alguien se apoya en su cuerpo. Uno
le cuenta a otro que a Ramón le ha dado un infarto y no lo ha superado. Él siente un escalofrío; supone que se
refieren al papá que manda las cartas a su hijo, residente en Alemania. Esas cartas que a él tanto le entretiene
leer. Está visto que ya no se enterará
si el zagal contraerá matrimonio con su novia alemana. Crispín, el curioso buzón amarillo, jamás lo
sabrá.
El relato desvela la identidad de Crispín sólo al final, para que lo que se cuenta cobre sentido. El lector siente la misma tristeza que el buzón protagonista.
ResponderEliminarHay buzones en los que no debemos confiar. La curiosidad mató al gato y eso que tienen siete vidas. Me ha gustado mucho tu relato, breve, dos veces bueno.
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