Tenía 18 años
cuando quise incorporarme al mundo laboral y, como ya he contado anteriormente,
mis comienzos fueron en Cáritas donde, antes de empezar, tuve que hacer un
curso; afortunadamente. Y digo que fue
una suerte hacerlo porque, uno de los que lo impartía cambió el rumbo de
mi vida para siempre y también de mi corazón que, desde aquél día, empezó a
latir más deprisa.
Al mismo tiempo
que comencé a trabajar por primera vez, también empecé a salir con mi primer
novio; primero y último porque fue el único: cuatro años de noviazgo y treinta
y nueve de matrimonio.
Fuimos muy
felices y, aún hoy, yo lo sigo siendo,
ya que tengo cuatro hijos buenísimos, que unido a las familias que ellos han
creado y mis maravillosos recuerdos llenan por completo mi vida.
Los destellos de ese amor profundo aún se ven en tus ojos y en tus gestos ante la vida, lo sé. Soy afortunada testigo de ello. Un abrazo, Amalia,
ResponderEliminarNo hay nada más bonito que una historia de amor. Ese primer amor que se consolida y dura toda la vida. Felicidades.
ResponderEliminarNo hay nada más bonito que una historia de amor. Ese primer amor que se consolida y dura toda la vida. Felicidades.
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