Ya
estaba casi todo preparado para la primera convención Mundial, a la que
asistiría lo más granado de la realeza.
Irían
llegando poco a poco y alojándose en diversos hoteles de la isla que ya habían sacado sus mejores galas para
recibir a tan variada alcurnia.
En
el Hotel Mencey de nuestra Capital concurrieron, casi sin querer, dos de las
más importantes y a la vez dispares de nuestras Reinas, que a más inri, aún
ellas no tenían el placer de conocerse personalmente.
Cuando
coincidieron en el ascensor que accedía a las suites, se notó las caras de
nerviosismo de ambas.
Doña
Letizia rompió el hielo y se dirigió a ella con una amplia sonrisa: “Buenas
tardes Isabel, es un placer conocerla, había oído hablar tanto de usted". A lo
cual le respondió…"¿Cómo osa dirigirse a mí? Yo soy Isabel la Católica una de
las más grandes de España, hija de Reyes y de sangre real".
Se
abrió el ascensor y salió velozmente murmurando indignada: "ya España no es lo
que era, a cualquier plebeya la llaman Reina."
Este encuentro nada en el mar de lo imposible, obviamente, sin embargo, si se diera, no dudo que sería tal cual nos lo cuentas. Muy bien
ResponderEliminarDe reina a reina y la Católica no estaba enterada de que en estos tiempos existen muchas plebeyas casadas con personas de la realeza. Estupenda la forma del enfrentamiento, no esperaba menos de ti; eres muy buena escribiendo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Lo has narrado muy bien. MªDolores.
ResponderEliminar