El día en que descubrí aquel
misterioso olor fue el más intrigante que he vivido. Todo comenzó cuando la brisa de la mañana me
trajo aquel aroma a un perfume que no había llegado a mi nariz nunca antes,
aunque me habían hablado de él. Fue
tanta la curiosidad que despertó en mí que, desde tempranas horas de la mañana,
al ir a comprar el pan, busqué por las calles y portales aquel misterioso
perfume que era imposible de ver. Decidí
no volver a casa hasta que no encontrara lo que buscaba. Pasé todo el día dando vueltas y al anocher,
¡zas!, del rincón menos esperado, salió ella, la muy condenada, ella, que me
miraba desafiante. Al ver que yo no
apartaba la vista, levantando las manos me dijo:
–Vale, me voy, pero tú no descubras
que estuve por aquí
–Ok, pero no aparezcas más, confío en tu
palabra de mofeta.
Y
al escuchar esto, desapareció.
Buena idea mantener la incógnita hasta el final del relato. De esa manera se mantiene el interés del lector que desea descubrir de dónde procede el olor.
ResponderEliminarSiempre pensé que sería un aroma suave y agradable. Me tuviste en vilo hasta el final.
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