Si lo que le tocó vivir a Rita hubiera
sido en la época presente, no hubiera sucedido. Cuando tenía ocho años murió su
madre. Su padre se quedó solo con cuatro
hijos; el más pequeño tenía seis
meses. El hombre al verse en aquella
situación y con tantos niños a su cargo, se casó pronto con una chica que se
puso al frente de la crianza de los pequeños como si hubiera sido su propia
madre. Los quería tanto que entregó su
vida por ellos.
Un día, Rita salió a jugar al patio que
dividía la casa de una de sus tías con la suya y vio en las liñas de la ropa
tendida unas sábanas que tenían las iniciales de su madre bordadas. Cuando le preguntó a su tía por qué tenía la
ropa de su madre, ésta le respondió que se las había llevado cuando su madre
murió.
Rita entró en casa llorando porque,
mientras su tía tenía la ropa de su madre, ella no tenía nada con que abrigar a
sus hermanos pequeños. La chica que se
había casado con su padre la abrazó y le rogó que no llorara, que toda la ropa
de su dote sería para los hijos de su esposo.
Rita vivió tan feliz con la esposa de
su padre que, cada vez que se acuerda, llora recordándola. Trató a sus hermanos como si hubiera sido su
verdadera madre.
Esta es una
historia real y me la contó su verdadera protagonista; aquella niña de ocho
años.
Las madrastas
tienen mala fama pera ésta fue una heroína.
Dedicó su vida a cuidar a esos niños y mi amiga siempre la lleva en su
corazón; fue más que una madre.
Bonita historia que crece al saber que es real. Un relato sobre la capacidad de entrega de algunas personas generosas, y del agradecimiento de quienes han tenido la fortuna de compartir con ellas.
ResponderEliminarUna bonita historia de amor y entrega a los demás y del reconocimiento hacia esa persona entrañable.
ResponderEliminarLas madrastras no tiene que ser malas. Esta señora fue muy valiente, por criar los hijos que no eran suyos. MªDolores.
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