Si no hubiera
sido porque fuimos tres chicas, no habríamos podido cuidar a nuestros padres
durante trece años, en su casa, turnándonos mañana, tarde y noche, con los
nietos rondando por allí; ¡fue una pesadilla!, pero se lo merecían por haber
creado una familia tan unida.
En Navidad éramos unas treinta personas
a la mesa. Fue entrañable y hoy en día
seguimos con la tradición, gracias a su buen hacer. Esa fue su mejor herencia; la misma que
nosotros tratamos de dejar a los que siguen.
Entrañable es ser testigos de tal prueba de amor hacia los padres; padres afortunados que supieron sembrar tan bonitos sentimientos de entrega en sus hijas para, finalmente, cosechar amor a manos llenas. Emoción y admiración es lo me produce, no puedo añadir otra cosa.
ResponderEliminarMuy emotiva esta narración, trae a mi imaginación cosas que todavía puedo hacer con mi ser amado.
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