lunes, 9 de marzo de 2015

UNA TAZA DE CAFÉ Dolores Fernández Cano.






              Soy una taza, pero no una taza cualquiera. Llegué de la legendaria China. Mi abuela, residió en una vitrina perteneciente al último Emperador. Estoy elaborada por una fina porcelana, rematada con dibujos de lindas flores. Reposo en un plato pequeño que, a la vez, resulta cálido y amoroso. Me encuentro bien ubicada. Deseo que se levante mi dueña, para que haga el café y lo vuelque en mi cuerpo y así palpar el calorcito, como también el rico olor de la cafeína. ¡Oh, qué placer cuando unos labios se posan en mi borde!; toda yo vibro de emoción.

              Considero que es difícil poseer la serenidad ansiada pero, la obtengo cuando me llenan de una buena infusión, tal como la tranquilizante tila o la aliviadora menta poleo. Me despido contenta, pues sé que mi  estirpe no morirá…¡hay tazas para rato!.



2 comentarios:

  1. Ciertamente, ésta no es una taza cualquiera; es una taza que cuenta muy bien quién es, qué le gusta, de dónde viene y hacia dónde va. ¿Se le puede pedir más a una taza?

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  2. Me encantaría personificarme en esa bonita y especial taza de café..

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