Soy
una taza, pero no una taza cualquiera. Llegué de la legendaria China. Mi
abuela, residió en una vitrina perteneciente al último Emperador. Estoy
elaborada por una fina porcelana, rematada con dibujos de lindas flores. Reposo
en un plato pequeño que, a la vez, resulta cálido y amoroso. Me encuentro bien
ubicada. Deseo que se levante mi dueña, para que haga el café y lo vuelque en
mi cuerpo y así palpar el calorcito, como también el rico olor de la cafeína.
¡Oh, qué placer cuando unos labios se posan en mi borde!; toda yo vibro de
emoción.
Considero
que es difícil poseer la serenidad ansiada pero, la obtengo cuando me llenan de
una buena infusión, tal como la tranquilizante tila o la aliviadora menta
poleo. Me despido contenta, pues sé que mi
estirpe no morirá…¡hay tazas para rato!.
Ciertamente, ésta no es una taza cualquiera; es una taza que cuenta muy bien quién es, qué le gusta, de dónde viene y hacia dónde va. ¿Se le puede pedir más a una taza?
ResponderEliminarMe encantaría personificarme en esa bonita y especial taza de café..
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