La
llegada de los Carnavales era un acontecimiento en mi barrio, pues siempre ha
sido un lugar de encuentro para grupos coreográficos; sobre todo, las murgas y
rondallas. Había una murga muy especial,
compuesta por niños y dirigida por un vecino llamado Manolo, llamada Los Lengüines, que dicho sea de paso,
obtuvo muchos premios tanto en presentación, como en canciones pues el director
era muy detallista y meticuloso a la hora de preparar los disfraces. Pero lo
mejor era cuando llegaba la hora de los concursos al que asistíamos casi todos
los vecinos, porque nuestros hijos pertenecían a dicha murga.
En la
guagua que llevaba al grupo, se colaba el perro de una vecina, llamado Lake. Era
un perro grande, negro, que acompañaba a los niños a todas las actuaciones y a veces se quedaba en Santa
Cruz y regresaba el miércoles de ceniza, así año tras año, hasta que la murga
dejó de salir y entonces de iba a la calle de la Noria y se acoplaba a la
Afilarmónica Ni Fu Ni Fa, regresando lógicamente cuando acababa el carnaval,
flaco y lleno de pulgas.
El
Carnaval de Santa Cruz de Tenerife es tan bonito que hasta los perros lo
disfrutan, desde el primer día hasta el último. Por este motivo, cuando sale un
chico novelero y carnavalero, a los vecinos se nos ha quedado el dicho de ¡ahí
va el Lake) ¡hasta el miércoles de ceniza!.
Me encanta conocer estas anécdotas que nos hablan del pasado de nuestros barrios y sus gentes, y que dibujan esas costumbres que forman parte de lo que somos. Te damos la bienvenida por tu regreso al Taller y a este blog. Estoy encantada de que lo hayas hecho; se te echaba de menos.
ResponderEliminarLos perros son muy inteigentes. Te ha quedado muy tierna. Después de tardar tanto en venir al taller, lo que has escrito
ResponderEliminares precioso. "Bravo". Mª Dolores.
¡Que bonito! no sabia nada de esa historia y me ha parecido digna de ser contada. Felicidades.
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