Vivo
en el tercer piso de un moderno y coqueto bloque de apartamentos, en la Avenida
Marítima.
Tengo
unas vistas preciosas, a la par que privilegiadas. Durante el día me recreo del
mar y del bullicio de la gente mientras disfruta de su día de playa, los niños, los castillos
de arena, el relax de la hamaca y el bosque interminable de sombrillas de
muchos colores.
Pero
el día acaba y veo como el sol se oculta para dar paso a la luna, que deja su
estela reflejada en el tranquilo mar.
Ya no
se oye nada, sino el rumor del mar acompañado por esa brisa salada y cálida. Las
parejas pasean su amor por la arena, dándose besos a la luz de la luna.
No
puedo dejar de mirar y soy testigo mudo de miles de relatos cortos que jamás
debería contar.
…Pero,
¡no lo puedo remediar!, no en vano soy una ventana indiscreta con vistas al mar.
De este Yo soy que fue la propuesta de esta semana, destaco el final al que nos condujo esa voz narrativa cuya identidad conocemos en la última línea. Me encantó la idea de que esa ventana indiscreta fuera testigo mudo de miles de relatos cortos…
ResponderEliminarLas ventanas conocen todo lo que ocurre a su alrededor, LO VEN TODO. Conocen a toda la gente. Muy bien, tienes
ResponderEliminarimaginación. Mª Dolores.
La importancia de tener una ventana con buenas vistas. Lo ve todo y lo cuenta en el momento preciso. Me ha gustado mucho.
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