Si Rosa fuera astronauta, iría a la
luna, como ha sido siempre su ilusión desde niña. Toda la vida ha soñado con ello, pero era un
sueño que veía tan lejano que ni imaginar podía siquiera poderlo realizar.
Las
oportunidades que la vida le da a cada uno, no cabe duda que más tarde o más
temprano llegan y un día llegaron a su empresa de logística, unos señores que
en cuanto la vieron, sin más se lo propusieron.
Rosa, del impacto, se quedó verde y con la boca abierta, pues para nada
se lo esperaba.
Después de una larga conversación, ya
estaba convencida. Sólo le faltaba pasar
un reconocimiento médico; si lo superaba…¡a la luna en un cohete!. Pero al
darle los resultados, ¡sorpresa!, le dijeron que estaba embarazada. Con la moral por los suelos, aunque por otro
lado ilusionadísima, fue contarlo a la Nasa.
Ellos le quitaron importancia, le dijeron que si ella estaba dispuesta
no había problema, pues pensaban mandar también a un ginecólogo y que así,
sería el primer niño nacido en la luna.
A Rosa eso la tranquilizó pues así
visitaría la luna y su hijo sería diferente; no sería terrestre, sería lunar;
¡cosa no vista!,
Ahora, solo esperemos que no salga
lunático…
¡Si por soñar es, que sea! Como bien dice tu relato, a veces los sueños se cumplen… Ese giro final me ha hecho reír y eso se agradece siempre.
ResponderEliminarUn hijo "lunar", debe ser muy interesante. Viajar a la luna, también.
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