martes, 13 de mayo de 2014

PASO A PASO de Mary Rancel





Ha llegado la hora de escribir sobre una persona muy importante en mi vida.
Alguna vez lo he mencionado, pero sin dedicarle el espacio que se merece.
Nos conocimos en mi pueblo. Fue el domingo aquel…, en que llegó desde Santa Cruz a visitar a sus familiares. Resultó que una prima suya era amiga mía, ella lo presentó a varias amigas, entre las que estaba yo.
El recién conocido, al despedirse, me pidió el número de teléfono y la dirección para escribirme o llamarme -era lo que se  solía hacer entonces-  y accedí encantada. A partir de ese día comencé a recibir cartas suyas cada día, que yo contestaba amablemente. En fechas señaladas me llamaba por teléfono. Al poco tiempo, comenzó a visitar a sus familiares con más asiduidad, sobre todo en fiestas, bailes, reuniones… en fin, ¡que cada quince días, se presentaba en el municipio!; paseábamos en grupo, me invitaba a bailar, a ir al cine…  –en  unión de las demás chicas –.
Pasado un tiempo, me confesó que nada más verme, se había quedado prendado de mí. En cambio, en un principio, a mí él no me produjo ningún interés, simplemente me pareció un chico educado y amable. Pero él, paso a paso, supo ganar mi corazón con voluntad, paciencia y constancia.
Un domingo, cuando ya se había dado cuenta de que no me era indiferente, me manifestó su deseo de que fuéramos novios. Eso ocurrió mientras bailábamos un bolero titulado, “Muñequita linda”; me recitó la letra mientras danzábamos; esa fue la canción que marcó nuestro noviazgo. Desde entonces, en lugar de aparecer cada quince días a la localidad, lo hacía cada semana.
¡La relación duró nada menos que cinco años! Pasado ese tiempo nos casamos, más tarde nació nuestra hija, hecho que nos llenó de gozo. Hemos tenido una vida llena de cariño y sin sobresaltos. Considero, que somos una pareja feliz.
Cuando examino mi vida junto a mi esposo, me doy cuenta de que he tenido mucha suerte. He sido amada, mimada, cuidada, respetada y, también... ¡me ha proporcionado  libertad!; esa  autonomía  que  ansiaba  de  soltera  y   no  logré –debido a la época que me tocó vivir–. Mi marido es una persona tolerante, cariñosa, generosa, detallista y cordial. De igual forma se trueca como compañero, amigo, confidente y sobre todo, en mi gran apoyo. También es padre y abuelo ejemplar, además de un yerno admirable –mi padre lo quiere mucho –. En mi ausencia, es mi esposo quien se ocupa de mi progenitor, lo hace con afecto y respeto. Por eso, le estoy profundamente agradecida y le admiro. Paso a paso, nuestro amor ha ido creciendo más y más cada día. Mi deseo es seguir así hasta el final de nuestras vidas.



3 comentarios:

  1. Paso a paso, con el ritmo cadencioso y suave que parece una prolongación de ti misma, nos relatas los principios de un amor sereno, apaciguado, pero inquebrantable a través del tiempo, para acercarnos luego, a la semblanza emocionada de él: objeto de amor, admiración, complicidad… No podía entonces, efectivamente, no estar presente en esta andadura tuya por la narración. A él seguro que le llena de orgullo verse reflejado en ella. Y a mí, me ha encantado porque traspasa…

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  2. Una vida sencilla como la de cualquier pareja pero que, para los protagonistas es su vida, importante y singular

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  3. !Qué maravillosa historia de amor!. Te felicito. Desde luego en el mundo está demostrado que también existen hombres
    buenos.

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