El
verano es una estación muy alegre y calurosa y cuando aprieta el calor apetece
darse una ducha refrescante. Es muy
importante para nuestro aseo personal darse una por las mañanas y además nos
despeja y quedamos como nuevos. Es una
gozada ver salir por los múltiples agujeritos esos chorros de agua que pueden
ser dirigidos a cualquier parte del cuerpo.
Cuando estás estresado y cansado, unos chorros de agua caliente en el
cuello es mano de santo. Y por las noches
si te das una ducha de agua tibia, seguro que duermes de un tirón.
Es
muy agradable estar al lado de alguien que se acaba de duchar, cómo huele a
limpio, y si huele a Heno de Pravia, mucho más porque ese es el olor de mi
infancia. ¡Da pena saber que hay miles
de personas que no pueden gozar de ese placer!
Cuando
estás enfermo y tienes más de 40 grados de fiebre, aconsejan una ducha de agua
fría y también para las otras clases de calenturas,
que dicen que una ducha bien fría baja la fogosidad.
Nos has detallado muy bien los grandes favores que nos ofrece este gran invento que es la ducha. Creo que no se te ha quedado ninguno en el tintero.
ResponderEliminarLo malo de la ducha fría, es cuando la recibes sin agua, ¿me entiendes?. Mª Dolores.
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