Me
llamo Rodrigo, tengo dieciséis años y muchas ganas de vivir. Mi espíritu es aventurero pero hasta ahora mi
vida ha sido una rutina, no me ha pasado nada digno de mención porque…¿qué voy
a contar? ¿qué apenas he ido a la escuela y que muchas veces he recorrido los
caminos descalzo? ¿o que más de una vez he pasado hambre?, ¡como tantos otros
de mi edad!. Eso no vale la pena ni
mentarlo.
Pienso
que algo va a cambiar. Me han dicho que
hay un genovés, Cristóbal Colón creo que se llama, que va a navegar hacia un
mundo nuevo. Tengo que verlo, quizá mi
vida cambie de destino.
Lo
he conseguido. Después de reírse todos
de mí por mi aspecto esquelético y desaliñado, ha llegado el almirante Colón y
me ha dicho “arriba” y yo, sin pensarlo dos veces, he dado un salto y me he
subido a una de las tres carabelas.
Van
pasando los días y esto es más duro de lo que yo pensaba. Sólo viendo cielo y mar, comiendo pescado que
por estos mares hay mucho. Algunas veces dan saltos y ellos solos se meten en
el barco, otras me toca tirar las redes y se llenan tanto que tengo que pedir
ayuda para sacarlos. Abusan de mí y me
dan los trabajos más peligrosos, siempre me tienen de vigía, colgado del mástil
más alto. Pero, gracias a eso, hoy he
visto tierra antes que ninguno y me he puesto a gritar “tierra, tierra, hemos
llegado”.
Empezaron a reírse de nuevo. No era esa la tierra que íbamos buscando, no,
todos sabían que se trataba de las Islas Afortunadas; unas islas preciosas con
muchas montañas y bosques. La más grande
tenía forma de guitarra, con un pico enorme y un gran manto verde que la cubría
toda sin dejar ver la población.
Yo
pensé que desembarcaríamos en ella para aprovisionarnos de agua y alimentos, pero no pudo ser porque aún no
era española y sus aborígenes la habían defendido siempre. Tuvimos que hacerlo en dos islas más pequeñas
de forma redonda y aunque también bonitas y frondosas, no se podían comparar
con la más grande.
Me
pregunté por qué seguir navegando para descubrir otras tierras, estando ésta
aún virgen.
Interesante punto de vista de una historia por todos conocida, contada desde la perspectiva de uno de sus protagonistas. Me han encantado las reflexiones de este grumete que ha pasado a la posteridad por su grito de ¡tierra a la vista!.
ResponderEliminarMuy interesante tu reflexión sobre el descubrimiento. Muy logrado. Has defendido muy bien a la isla de Tenerife.
ResponderEliminarMª Dolores.