En mi barrio, en mi
trabajo, entre mis vecinos, en mi propia familia, nadie sabe quién soy
realmente, porque si lo supieran, si un día se desvelara mi secreto, seguro que
no lo creerían. Para los que me conocen,
soy un hombre amable, trabajador, cariñoso con mi familia, pero si adivinaran
la otra faceta de mi vida, muy probablemente me rechazarían.
Ese es un secreto que
tengo bien guardado, sobre todo por mis hijos y mis padres que son
mayores. Por mi trabajo, viajo por todo
el mundo y en esos recorridos, conocí a unas personas que me ofrecieron un
trabajo. Cuando me dijeron de qué se
trataba, me quedé horrorizado, sin embargo, acepté. Ahora que llevo ya varios años en esto, estoy
pensando en dejarlo porque, a pesar de estar muy bien pagado, es muy
peligroso. Quiero ver crecer a mis hijos
y vivir feliz, sin remordimientos. Lo
intentaré, pero lo dudo. Cuando mis
hijos sean mayores, quizás se lo cuente.
¿Cómo se lo tomarán? ¡Mejor no les digo nada!, me rechazarían.
Este secreto se irá
conmigo a la tumba, porque los asesinos a sueldo no están bien vistos.
Vil, el personaje sin duda lo es. Aunque aparecen en él visos de cierto arrepentimiento, pareciera que pesa más el valor del dinero que recibe por cometer asesinatos a la carta, pese a que nos intente hacer creer otra cosa.
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