Cuando mi hija
nació, fue el día más feliz de mi vida.
Seis meses después, le salió su primer dientecito de leche y mi hija lo
estrenó dándome una fuerte mordida en el pezón.
Me dolió tanto que sentí el impulso de darle un pellizco en su traserito
pero, no pude. Era un pequeño bebé que
no sabía lo que hacía, obviamente y además, bien sabido es que una madre es
capaz de soportar el dolor que le cause un hijo, en su niñez y también siendo
mayor de edad.
Firmo lo que dices, Fanny. La capacidad de comprensión de una madre es infinita; ser mamá es una tarea que no termina nunca
ResponderEliminarTu relato es es corto pero emotivo.Una buena reacción para una madre. MªDolores.
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