En el sur de la isla, hay noches interminables que no acaban
nunca. Cuando eso ocurre, los jóvenes se
sientan en torno a la plaza del pueblo; eso suele ser en el solsticio de
verano.
Aseguran que esas noches pasan cosas que rozan lo increíble,
como ésta que les cuento:
Miguel es un joven a quien su amigo Juan animó para que
asistiera ya que había roto con su pareja y estaba desanimado. Como Juan le había dicho, cuando dan las doce
de la noche, se sientan todos en círculo y con los ojos cerrados, visualizan
aquello que desean conseguir, o lo que necesitan. Luego, van a la orilla de la playa y esperan
a que sucedan los acontecimientos.
Esa noche, cuando todos los jóvenes estaban en la orilla de
la playa, a bastante distancia, salió del agua una joven bellísima que invitó a
Miguel a introducirse en el mar con ella.
Todos lo miraban, esperando su reacción.
El chico parecía hipnotizado mientras caminaba por la playa hacia donde
estaba la preciosa muchacha.
Los jóvenes que habían quedado en la orilla, impresionados,
trataban de vislumbrar a la pareja, pero fue imposible. Amedrentados, decidieron alejarse del lugar
para esperar al amanecer a ver qué había pasado con Miguel. Cuando poco después, apareció, ante sus
insistentes preguntas, él sólo dijo haber experimentado algo especial que había
cambiado su vida.
Desde ese día, cuando llega la noche interminable, los
jóvenes del sur siguen esperando que les ocurra lo mismo que a Miguel, que
continua feliz por haber sido elegido aquel noche de solsticio.
Mágica historia que nos acerca a la ilusión y al romanticismo de épocas de juventud, lo cual no es poco. Buen trabajo.
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