La verdad debe decirse mirando directamente a los ojos de los
interlocutores, sin intimidación, sin pestañear, con seguridad y firmeza.
Para decir la verdad, hay que hacerlo con voz melodiosa, como
si se tratara de una escala musical, en tono adagio.
Para decir la verdad, debes tener conciencia de tus
derechos. Es necesario aprovechar las
oportunidades que revolotean encima de tu cuero cabelludo, sobre todo cuando
llega la bajamar, ya que es el momento preferido por las circunstancias.
Para decir la verdad, hay que poner muchísima sal alrededor
de tu espacio vital, ya que es preferible una verdad resalada, a una mentira
piadosa.
De estas instrucciones tuyas para decir la verdad siempre, me encanta cómo mezclas el tono de procedimiento técnico en cada una de ellas, con el uso de figuras literarias que invitan al divertido juego de las analogías.
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