Habíamos
quedado en la playa al atardecer. Luis
me dijo que llevaría un bañador Meyba, que era el que en esa época estaba de moda entre los jóvenes. Cuando nos encontramos en la playa, él
vestía, efectivamente, su bañador última moda, exhibiendo su pecho velludo,
pues en aquel entonces los hombres no se depilaban. Era esbelto y muy atractivo. Me creía flotar en una nube, al verlo.
Mi bañador
era uno verde y con una lazada tras el cuello, me lo había prestado mi hermana y la verdad es que me sentía un
poco ridícula, llevándolo.
Cogidos de
la mano, nos metimos en el agua.
-No pensé
que tuvieras un cuerpo tan bonito –me dijo, y a mí aquellas palabras me
parecieron preciosas.
Aquello me
llegó al alma. Con el tiempo él se
convirtió en el amor de mi vida y me hizo muy feliz.
ResponderEliminarMe gusta que, a través de las tareas impuestas en el Taller, vayas hilvanando historias, tu historia. Yo disfruto mucho con la autenticidad de tus relatos, ver como la memoria se abre paso a través de la escritura, me encanta, Luisa.
Estos retazos de tú vida que poco a poco nos vas regalando no tienen precio, gracias Luisa.
ResponderEliminarEres muy buena contando las historias de la vida, esas que jamás se van de la mente a pesar del tiempo transcurrido. Hasta pronto.
ResponderEliminar