Habían quedado
en la playa al atardecer. Luis llevaría
puesto un chándal amarillo para que lo identificara inmediatamente, por su
oscurecía pronto. ¡Y ella que se había hecho
la ilusión de que el la llevaría a una de esas fiestas que hacen en los
hoteles!. Por eso se había puesto de
punta en blanco, ¡monísima de la muerte!.
Él se alegró de verla así y no puso inconveniente. Como en la película Mejor imposible, entraron
al hotel, él pidió una corbata y una chaqueta y pasaron una noche estupenda. ¡El
amor todo lo puede!
Ya lo creo que sí. Lo has contado muy bien, mejor imposible.
ResponderEliminarEse ingenio inagotable tuyo, nos lleva por caminos inimaginables siempre preciosos y, con el amor por medio, signo de romanticismo.
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