Con el tiempo y un poco de experiencia; sobre todo
con lo que se va aprendiendo en la escuela de la vida, uno va dando forma a sus
armas de mujer. Según tu personalidad,
te cuesta más o menos, ir curtiéndote en las lides de la vida, pero ellas son
necesarias pues gracias a ellas, a veces, no siempre, sufrimos un poquito menos
y eso significa que nos hacen menos daño y nos hacemos más tolerantes. Hay veces que no te puedes contener y te
enfrentas, grave error, pues al final, solo logras un berrinche y poco más.
Cuando realmente compruebas que estás graduada con
matrícula de honor es cuando, por mucho que te busquen, por mucho que te digan,
o por mucho que intenten que saltes, tú logras hacer oídos sordos y, con tu
fuerza interior, pasas de ellos.
Ser indiferente a lo que uno siente que le hace daño, debe ser casi tan complicado como…¿imposible?. Sólo la escuela de la vida y la experiencia pueden echarte una mano para lograr conseguirlo; seguramente tienes razón, Mima.
ResponderEliminarEl sentimiento de la indiferencia es algo complicado. A veces creemos pasar de todo pero, no es cierto. Tu relato me ha gustado mucho y me ha hecho pensar.
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