Cuando Andrés
entró en la casa, sintió un escalofrío. Todo estaba igual, tal cual lo dejó aquel
nefasto día.
Caminó por las
distintas estancias rememorando escenas. Al llegar al salón donde le esperaba
su amigo Ángel, ansioso por ver su reacción, no dejó que su rostro reflejara ningún gesto. Permaneció
imperturbable.
-¿Qué hacemos
aquí? –preguntó a su amigo, pasados unos segundos.
-Mi deseo era
enfrentarte a tus miedos pasados, ya veo que los has superado- le respondió
Ángel.
Andrés sonrió
interiormente y pensó… ¡qué fácil era engañar en la escena!.
Buen microrrelato. Sin estridencias, de un modo sencillo pero certero, nos enfrenta al mundo de los miedos inexplicables, esos que se instalan en nosotros y no nos abandonan, aunque logremos despistar a los demás; testigos engañados del arte del disimulo.
ResponderEliminarTú si que sabes. Relatas magníficamente lo que quieres expresar y, eso tiene mucho mérito.
ResponderEliminartan pocas líneas expresar tanto sólo lo pueden conseguir las personas cómo tú. Felicidades.
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