Cierto
día, un joven de estos que parece que se quieren comer el mundo, y que todo lo
saben, tenía su novia, pero al parecer, vio otra y creo que le gustó más, y sin
darse cuenta de que sin pensar podría elegir una flor equivocada, la cosa es
que terminó en boda. Todo fue muy bonito, los recién casados se fueron de luna
de miel a un hotel, pero la pobre señora se encontró un poco indispuesta y
decidió tomar una pastilla para aliviar su dolor, su marido al parecer tenía
calor y se asomó al balcón a tomar el fresco; cual fue su sorpresa al observar
unos gritos; y su esposa le preguntó ¿pasó algo? Pero él se hizo el sordo y no
contestó, pero bien sabía que frente al balcón aquella mujer que gritaba, él
era el culpable y todo se debía a su mala conducta. Se detuvo pensando cuál
sería su solución… La dichosa mujer que gritaba, entró en el hotel, él no tuvo
más remedio que abrir la puerta y con su cara dura le saludó y le dijo que
aquella era una amiga que le invitó a merendar. Su pobre señora al ver lo
sucedido le dio un infarto y falleció en el momento. La visitante bailó de
contenta. Él le dijo: Esa era mi mujer, que hoy mismo me casé con ella, pues la
quería más que a ti, y como tú también has disfrutado mucho de mí, confórmate
con eso, yo no te quiero nada, busca otro por donde puedas que yo he muerto
para ti.
Pues fueron dos los muertos, Lucía. Muy pícaro el novio y el relato también
ResponderEliminarLos disgustos traen esas cosas y,un infarto puede ocurrir en esas circunstancias. Bendita imaginación la tuya.
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