Un
enamoradizo hombre había quedado con una
chica en la fiesta de su despedida de soltero.
Acostumbraba hacer eso y, puesto que se enamoraba rápido, casi siempre
terminaba en el hotel, el mismo donde ahora disfrutaba de su luna de miel. Se
había olvidado de la cita. Como la novia no se siente bien porque la cena le
sentó mal, él abre el balcón para distraerse un rato y ella está allí, ¡¡la
otra!!. Respiró hondo y, luego de
pensarlo rápidamente, le dice:
-Sube,
sube, que yo tengo para las dos
Y lo que pasó es que se dieron de tortas los
tres.
Hubo tortas para los tres, entonces, incluso para la pobre novia. ¡Vaya, vaya, pobre chica, qué buena pieza le ha tocado!
ResponderEliminarEste relato tuyo, nos demuestra que no debemos fiarnos de los hombres. Bueno, veremos que pasó tras la pelea, será en otro de tus relatos.
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