Empieza
a amanecer, se vislumbra un día espléndido. En la acera, frente al hotel, una
mujer monta guardia. No deja de mirar hacia el balcón de la tercera planta donde
se encuentra el hombre que busca. La mujer se introduce en el vestíbulo para
dirigirse a la habitación, dispuesta a exigirle responsabilidades, aunque se
encuentre en su luna de miel. Llama con fuerza a la puerta, tanto, que al novio no le queda más remedio
que abrir. Con voz chillona, exige la
devolución de su coche. El marido de la enfermiza novia, que descansa
convaleciente, contesta que no puede, ya que lo vendió para poder disfrutar del
viaje de recién casados. La mujer, con gesto de enfado, le amenaza diciéndole,
¡¡lo pagarás, canalla!!. A continuación sale de la habitación dando un portazo.
La delicada novia, al escucharlo, pregunta desde la cama, ¿qué ocurre, cariño?,
a lo que su nervioso marido responde, no te preocupes, sigue descansando, eso
sólo ha sido, una corriente de aire.
El título me gusta porque invita al equívoco y, como es costumbre, nada se te resiste y una vez, supiste llevar a tu terreno, la historia impuesta para bordarla con tu personal estilo.
ResponderEliminarMe encanta lo de la corriente de aire. Eres estupenda en todo y se nota en tu forma de escribir. Felicidades.
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