En la casa de mis abuelos, donde yo viví mi infancia y
adolescencia, había muebles y objetos de decoración antiguos. Entre ellos, una cómoda-escritorio sobre la
cual estaban colocados un copón de cristal tallado y una bombonera, también de
vidrio, que siempre permanecía vacía pues, en aquellos tiempos, no se veían
bombones con demasiada frecuencia.
Yo era muy curiosa y quería saber el origen de cada
cosa que había en la casa. Mi abuela,
con infinita paciencia, me contaba historias sobre la procedencia de cada uno
de los objetos y qué miembro de la familia lo había regalado. A pesar de estar vacía, mi objeto preferido
siempre fue la bombonera, que yo imaginaba puesta sobre una mesa camilla, llena
de caramelos en una casa de sueños.
Ahora, pasado el tiempo, la recuerdo rebosante del
cariño y ternura de una abuela que no escatimó en comprensión y dedicación.
No volveré a sacar de esta bombonera caramelos de
ternura y comprensión como aquellos, está claro.
Pues a mi me parece que sí, que lo sigues haciendo. Cada vez que recuerdas con tanto amor y agradecimiento a esa abuela grande y dulce en sentimientos, saboreas una vez más aquellos caramelos de ternura y comprensión de entonces. ¡Muy bonito!
ResponderEliminarES UN PRECIOSO RELATO LLENO DE AÑORANZA Y CARIÑO. ME HA GUSTADO UN MONTÓN.
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