Era
una joven muy aventurera que, una mañana, se levantó alterada.
-¡Mamá,
me voy a navegar! –le dijo a su madre
-¡Tú
estás locas! ¿Con quién vas? – le respondió ella, con preocupación.
-Voy
sola
-¿Cómo
vas a ir sola? – seguía repitiendo la madre, llena de inquietud.
-No
te preocupes, mamá, no me pasará nada. ¡Me voy a preparar todo!
La
madre no insistió más porque conocía lo testaruda que era su hija. Lo que se proponía, lo conseguía.
Llegó
el momento en que marchó a iniciar su viaje en velero. Antes, su madre, le había dado cantidad de
recomendaciones. La joven le dio un
fuerte abrazo.
-Tranquila,
mamá, no pasará nada malo. Daré la vuelta a las siete islas. Estaré cerca –fue lo último que le dijo antes
de marcharse.
Cuando
llevaba varias horas navegando, empezó un fuerte viento. No se lo esperaba porque había consultado el
tiempo y le habían dicho que todo estaría en calma. ¡Cómo se equivocaron!
La
vela empezó a moverse cada vez más a medida que el tiempo empeoraba. La joven estaba asustada. No podía controlar el velero y un golpe de
mar la hizo zozobrar. Menos mal que
estaba cerca de una playa. Se puso el
chaleco salvavidas y fue nadando hasta la orilla.
Cuando
llegó, se dio cuenta de que estaba desierta y le era completamente desconocida. No pertenecía a ninguna de las islas. ¡Estaba
en la costa africana!. Quedó preocupada
porque no había nada alrededor. Estaba
desierto. Comenzó a andar a través de un
camino que se adentraba en las montañas y se perdía en el horizonte.
-¿Ves
como yo tenía razón? ¡No tenías que haber salido!–le habría dicho su madre si
la hubiera visto pero, ella no estaba allí para ayudarla. Esperaba encontrar pronto a alguien que lo
hiciera.
-¡A
ver si encuentro por este camino a un moro guapo, montado en su caballo y me
sube a la grupa de su montura! –se decía a sí misma la joven, para animarse
aunque …, no estaba segura de si ése sería su final.
Relato de final abierto a partir del cuál el lector puede concluir la historia como le plazca. Muchos elegirán el encuentro con el moro guapo. Otros, una vuelta feliz a casa. En la imaginación de cada cual está el final de tu relato, Naty
ResponderEliminarLA INCÓGNITA QUEDA A MERCED DE LA IMAGINACIÓN DEL LECTOR, SABRÁ QUE DESPEJARLA.
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