Sucederá una tarde suave y luminosa. Me encontraré por casualidad con una mujer en
la guagua que hará el trayecto desde San Andrés al Intercambiador, línea 910. Se subirá detrás de mí y se colocará en el
asiento de enfrente, por lo que no podremos evitar lanzarnos una mirada aunque
solo fuese por un instante. Al lado de
la mujer, se sentará otra persona usuaria de la guagua y, una con la otra, se
enfrascarán en una conversación.
Yo escucharé su charla debido a la proximidad del asiento y
por el tono de voz más bien alto que utilizarán. Pasarán todo el recorrido muy animadas,
contándose sus cosas.
Transcurrirán unos segundos antes de que yo pueda advertir
que su diálogo tendrá relación con lo que podría ocurrir en los próximos
carnavales.
La mujer le dirá a su compañera de asiento que ella será una
de las candidatas a reina de las fiestas y su interlocutora la felicitará
deseándole lo mejor… pero, seguidamente agregará:
-Ya veremos lo que el destino te proporcionará en el futuro
En ese hipotético momento, yo me preguntaré
-¿Qué futuro?
¡Pero si el futuro está aún por hacer!
Sin estridencias, sin una trama complicada ni profunda, el solo hecho de ser contada en futuro le aporta atractivo suficiente. El remate final, jugando con la hipótesis, el futuro y su inexistencia, me pareció absolutamente acertado y da coherencia, cohesión y sentido a todo el relato. Muy bien, Mary
ResponderEliminarSIENDO TAN SIMPLE LA HISTORIA, NO ME RESULTÓ FÁCIL NARRARLA. PIENSO EN EL FUTURO CON FRECUENCIA PERO, ESCRIBIRLO... SE ME COMPLICA UN POCO.
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