Es un día como
tantos otros. Salgo de mi trabajo a la una
y media y me dirijo a la parada para coger la guagua. Hay más gente de la habitual esperando. Han pasado unos minutos. La veo llegar, para y empezamos a subir. Encuentro asiento cerca de la puerta de
entrada. Veo entrar a una mujer junto a su marido y dos
hijos, un niño y una niña de unos diez a doce años. El marido saca un billete de veinte euros
para pagar los tickets, con la sorpresa de que él chofer le indica que con no
se puede pagar con un billete de veinte.
El señor le responde que no tiene otro más pequeño. El conductor está mosqueado y, muy enfadado,
le dice:
-¡Baje, cambie
el billete y espere la siguiente guagua! –pero, el hombre, muy molesto le
responde que no se bajaba.
La gente está
nerviosa y protesta; todos están deseando llegar a sus hogares.
El conductor,
cabreado, llama a la policía. Al cabo de
un rato, los veo llegar. Le preguntan al
chofer qué está pasando y él les cuenta lo que ha sucedido. La gente le increpa, el matrimonio está muy
alterado, los niños lloran.
Uno de los
policías le indica al conductor que llame a la estación y cuente lo
sucedido. Éste obedece.
Acaba de llegar
otra guagua y los agentes, muy amablemente, nos invita a pasar al otro
vehículo.
Todos llegaremos
a nuestro destino bastante más tarde de lo previsto. ¡Nunca había visto nada
igual!
¡Sí que pasan cosas en las guaguas! Algunas francamente interesantes que nos hablan además de la psicología humana. Creo que se podrían escribir manuales sobre eso. O, mejor, usando las herramientas que nos da este taller, escribir relatos como el tuyo. Muy bien, Naty.
ResponderEliminarLAS HISTORIAS EN LAS GUAGUAS SON INTERMINABLES, YO HE CONOCIDO ALGUNAS DIVERTIDAS Y, OTRAS NO TANTO. LA TUYA POR SUERTE ES INUSUAL.
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