La imaginación empieza a trabajar cuando subes a la guagua.
¿Veré hoy a la misma gente? ¿Entrará la chica que contó aquella historia de
malos tratos?. La pobre estaba amargada
porque había presenciado como un hombre le pegaba hasta la saciedad a una amiga
suya y al denunciarlo, la habían citado como testigo. Ella se preguntaba por qué seguía ocurriendo
casos como esos; hechos tan viejos y tan nuevos a la vez. ¿Falta de cultura o pérdida de valores aún
estando mejor preparados que en el pasado?
Recuerdo que la chica opinaba que antes, al no trabajar, la mujer
aguantaba más y ahora trabajan y ¡encima las matan!
¿Dónde estará el término medio? – se preguntaba. Yo le respondía con un deseo
-¡Llegará el día en que tanto hombre como mujer puedan
decidir su futuro juntos, sin necesidad de la ley!, pues mientras ésta no
cambie, mal va la cosa…
-Pero esto no ocurrirá antes de que yo tenga que declarar, ¿verdad?
-Francamente, creo que no.
Seguirás preguntándote sin obtener respuestas –le conteste.
-¡Toca, toca el timbre que se te pasa la parada! y ya veremos en qué acaba esto.
La guagua, excelente lugar para encontrar historias que contar. O en la estricta ficción, un pretexto genial para reflexionar –a través de un relato –sobre un tema tan actual como preocupante. Muy bien, Elvira
ResponderEliminarSIEMPRE ESTÁS SOBERBIA EN TUS RELATOS. SABES MANEJAR LAS PALABRAS Y ENLAZARLAS ADECUADAMENTE, ME GUSTARÍA POSEER ESE DON INNATO TUYO. TE FELICITO POR TU ESTUPENDO TRABAJO.
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