martes, 27 de noviembre de 2012

EL PARAGUAS de Natividad Morín




Un día, Elena salió de su casa porque tenía que hacer unas compras.  Se acercaban las Navidades y eran días de regalo y tristes recuerdos.  Por esas fechas era cuando más echaba de menos a su madre, quien le dejó muchos y muy buenos recuerdos.  Siempre la tuvo cuando la necesitó.
En el último cumpleaños  de Elena, estando su madre viva, le regaló un bonito y elegante paraguas.  Era grande, para que se protegiera mejor de la lluvia, le había dicho su madre al entregárselo.  A partir de entonces, el paraguas era su amigo inseparable en los días de lluvia.
-¡Cuidado, no lo pierdas!  -le había aconsejado su madre alguna vez –¡no lo dejes en cualquier sitio!.
-¡Éste que me regalaste, nunca lo he perdido! Estarás contenta, mamá- pensó en voz alta Elena –él me protege de la lluvia, como ahora, igual que tú lo haces desde el cielo.
Estaba cayendo una tromba de agua, menos mal que el paraguas era grande.  Pensaba en ello mientras se disponía a meterse en el coche, cuando lo vio luchando con su paraguas.  No podía abrirlo y su elegante traje se estaba empapando.
-¡Pobre chico! –pensó –va a coger una pulmonía.
Se le acercó y le ofreció compartir su paraguas con él.  El joven aceptó encantado. Lo acompañó a su coche y se despidieron con un apretón de manos y unas ¡Felices Navidades!.  Esa fue la primera vez que lo vió.

3 comentarios:

  1. ¡Cuántas historias encerradas bajo ese paraguas, Naty! El amor de una madre, el amor de una hija por su memoria, la protección de aquellos que nos amaron, la vida que sigue, a pesar de todo, el inicio de una historia nueva, gracias a un paraguas. Excelente. Muy buen relato.

    ResponderEliminar
  2. QUE SUERTE TENER UN PARAGUAS, PARA HACER NUEVAS AMISTADES Y TAMBIÉN PARA RECORDAR A UN SER QUERIDO. ME HA ENCANTADO TU RELATO

    ResponderEliminar
  3. NATY, SIEMPRE TE LO DIGO, ENVIDIO TU IMAGINACIÓN, QUE OCULTO LO TENIAS, HAS DEMOSTRADO SER UNA CAJA DE SORPRESAS,UN ABRAZO.

    ResponderEliminar