Siendo una
pareja joven y con niños, aunque era muy arriesgado, mi marido y yo decidimos
abrir un negocio, invirtiendo un dinero que no nos sobraba y ¡ala!, sin rumbo,
pusimos una tienda.
Al
principio, las ventas eran escasas y todo resultó muy difícil pero, poco a
poco, las cosas fueron arreglándose, teníamos bastante clientela y, con el
tiempo, hasta nos vimos obligados a colocar a tres empleadas.
Luego, mucho
después, llegaron las grandes superficies y muchas tiendas pequeñas tuvieron
que cerrar, entre ellas, la nuestra. De
ese modo, nos vimos nuevamente sin rumbo.
Menos mal
que algo después llegó la jubilación y con ella las aguas volvieron a su cauce,
poco a poco.
Has condensado muy bien, los derroteros por los que el devenir nos conduce a todos; tiempos buenos, malos y regulares que, sumados, son la vida.
ResponderEliminarPRECIOSO RELATO EL TUYO, COMO SIEMPRE NOS TIENES ACOSTUMBRADAS. LAS VUELTAS DEL DESTINO SON IMPREVISIBLES PERO, EN ESTE CASO, LA PENSIÓN VINO DE MARAVILLA.
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