Jano conduce su coche en una mañana del mes de
noviembre. Enfila por la autopista,
camino de la casa de campo, propiedad de Sebastián, su profesor de yoga. Entre los dos ha nacido una entrañable amistad. Por eso, le ha invitado a pasar el puente de
todos los Santos en su casa, para que levante el ánimo y para que se
desentienda de los problemas cotidianos.
Tras llevar una hora de viaje, tal como le explicó
su amigo, gira a la derecha para continuar por la carretera que la llevará a su
destino. En ese momento, vislumbra en el
aire, a su izquierda, una paloma que vuela en la misma dirección. Jano se pregunta si le estará siguiendo pero,
en el mismo instante, intuye que es imposible.
Al mirar por el parabrisas, observa a lo lejos la casa de su
profesor. Se adentra por un estrecho y
largo paraje que llega hasta la masía.
Jano aparca el vehículo, luego se apea de él. A continuación, procede a pulsar el timbre de
la puerta. Abre el intendente
–un tipo fornido, vestido con ropa
deportiva –y después de un saludo protocolario, le acompaña a la biblioteca,
indicándole que el señor le atenderá dentro de unos minutos.
Jano ocupa asiento en el confortable sofá. Después de un rato de espera, entra Sebastián
disculpándose.
-Perdona que te haya hecho esperar. Me alegro que por fin hayas venido a
disfrutar de mi hospitalidad. Te
enseñaré la habitación que vas a ocupar.
-¿Existe algún palomar por estos alrededores? –le pregunta
Jano mientras caminan.
-Claro que no –responde Sebastián. Los únicos
animales que habitan por aquí son mis gallinas y conejos. Más tarde, cuando descanses, podrás
comprobarlo.
Ante la respuesta de su amigo, Jano decide relatarle
el suceso.
-Verás, cuando venía para acá. una paloma volaba por
la misma ruta, tal vez equivocó el camino pues en unos segundos desapareció.
Al entrar en el dormitorio y abrir la ventana para
refrescar el ambiente, se dan cuenta de que la paloma reposa en el poyete;
llevando en su pico un papel.
-¡Es una paloma mensajera! Te trae una misiva –exclama
Sebastián.
-¿Pretendes que a mis treinta años, crea lo que
dices? –espetó Jano, en tono desafiante.
-Querido amigo, no pretendo nada. La única explicación es que la paloma se ha
equivocado, creyó que mi casa es la tuya.
No te preocupes y coge el papel y lee su contenido.
Jano, tembloroso, arrebata el trozo de papel a la
paloma y, en voz alta, comienza su lectura.
“El destino, como los tomates, hay que cultivarlos”.
Los dos hombres se miran perplejos, hasta que
Sebastián rompe el silencio
-Resulta un buen mensaje, muy apropiado para ti.
*Poema de Rafael Alberti
"Por ir al norte, fue al sur, se equivocaba". Norte, sur, encrucijadas; el destino, efectivamente moviendo sus hilos. Enigmática historia, muy visual, nos acerca poco a poco a ese mensaje final que abre más interrogantes que respuestas. Seremos los lectores quienes busquemos salidas –cada cual la suya-. Tarea bien resuelta, Dolores.
ResponderEliminarCULTIVAR LA AMISTAD PUEDE SER EL ENIGMA DE ESE MENSAJE PERO, COMO LA PALOMA SE EQUIVOCÓ, TAL VEZ, NO FUERA JANO EL DESTINATARIO. ¿ALGÚN DÍA LO SABREMOS?
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