Han pasado
los años y, a pesar de ello, aún lo recuerdan.
Una mañana, los vecinos escucharon los gritos.
-¡Mi hijo,
mi hijo ha desaparecido! ¡Se lo han llevado! –gritaba una mujer aterrorizada.
Avisaron a
la policía y pareció que estaban esperando la llamada porque llegaron al
momento. Tocaron la puerta y salió la
mujer llorando.
-¿Qué ha
pasado, señora? –preguntó el policía.
-¡Mi hijo no
está en su cama! –exclamó la afligida madre - ¡Se lo han llevado!
-¿Quién se
lo ha llevado? ¿Vive usted sola, señora? ¿Tiene marido? –interrogó el agente.
-¡No!
Falleció hace un año, mi hijo es lo único que me queda –le contestó sin dejar
de llorar.
La mujer no
tenía consuelo, nada podía tranquilizarla, no paraba de llamar a su hijo, entre
lágrimas.
-¡Por favor,
encuentre a mi hijo! Es pequeño y estará asustado –seguía insistiendo.
-Señora, tranquilícese. Haremos todo lo imposible por encontrarlo! –le
aseguró el policía, mientras le confesaba – Pero, últimamente, ha habido muchos
raptos de niños hace dos años se llevaron a mi hija, una preciosa niña, todavía
la estoy buscando.
La mujer vio
la profunda tristeza en los ojos del hombre.
Después de decirle aquello, él se largó, dejándole toda la angustia de
que él se desprendió, haciéndole vivir en la incertidumbre el resto de sus
días.
Quien lea este relato se quedará con esa misma incertidumbre y vivirá con los protagonistas la intensa tristeza y angustia por la pérdida. Intención del narrador conseguida. Muy bien.
ResponderEliminarCONMOVEDORA NARRACIÓN, MUY BIEN LOGRADA.
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