Yo
vivía en una casa de campo donde mis padres tenían unas huertas con árboles
frutales. Al cuidado de ellas, les
ayudaban los vecinos, pues era costumbre ayudarse unos a otros. Luego, en el tiempo de la cosecha, se reunían
todos al terminar de trabajar, para disfrutar de una buena comida y de la
felicidad por la abundancia de lo recogido.
Un
día, los cultivos y los árboles de la huerta aparecieron picoteados y con la
mayor parte de los frutos en el suelo.
Cuando mis padres y los vecinos se dieron cuenta de ello, casi sufren un
ataque de nervios, pero se repusieron, limpiaron las huertas, sembraron de
nuevo y, esta vez, colocaron un espantapájaros en un lugar estratégico. Lo hicieron con dos palos, a los que dieron
forma de persona, poniéndole ropa y sombrero y hasta un bigote.
El
espantapájaros sirvió, como su nombre explica, para espantar a las aves y,
desde entonces, las cosechas siguieron siendo abundantes y los árboles
mantuvieron intactos sus frutos.
Muy bien dibujada la razón de ser de un espantapájaros, Carmita.
ResponderEliminarEres muy buena narrando y das a todo el sentido común necesario, eso es lo que a mi mi falta.
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