Una calurosa tarde de septiembre, yo iba paseando con
mis pensamientos abrumadores cuando, de repente, ¡te vi!. No sé de dónde saliste pero me impactó tu
mirada. Era tan profunda que me
intimidó. Pensé: “Este hombre es parte
de mí” y, esa noche, soñé contigo; bonitos sueños que… se cumplieron.
La segunda vez que nos vimos, el sol reventó. Nos fundimos en un amor raro y profundo,
donde no existía el pasado ni el futuro.
Sólo el presente.
El tiempo pasaba, sin darnos cuenta si era de noche o era de
día, porque únicamente importábamos nosotros y nuestras vivencias tiernas,
apasionadas…, aquella pasión nuestra que, como una luz brillante, nos envolvía
día a día.
Contigo aprendí que, cuando el amor es puro, sincero
y dulce, no hay pasado ni preguntas que enturbien el presente.
Afortunados los que viven la pasión alguna vez, porque ella vivirá en ellos siempre. Romántico, poético, dulce relato, Carmen Margarita.
ResponderEliminarSe nota que eres una romántica empedernida. Me das envidia sana. Se nota que lo que escribes te sale de lo más íntimo y eso es muy importante. Felicidades.
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