Todos nacemos con un destino y estamos en este mundo
con una misión. Hay profesiones y
oficios importantes y otros que pasan desapercibidos. Eso último es lo que pasa conmigo. Nadie reconoce mi valía. Mi uniforme está hecho de harapos y ropa
vieja, aunque eso sí, nunca me falta mi sombrero que me protege del sol y del
frío.
Cada vez quedamos menos porque estos tiempos de
progreso ¡han ido acabando con los pocos que quedamos!. Aún así. somos un símbolo de tradición pues,
toda buena siembra que se precie, requiere de nuestros servicios, para
garantizarla.
Estamos hechos a imagen y semejanza de nuestros
creadores y, como agradecimiento hacia ellos, cumplimos nuestra misión. Como ya habréis imaginado no soy otra cosa
que un espantapájaros.
Muy bueno, Mima. Has sabido mantener en secreto la identidad de esa primera persona hasta el final. Buen trabajo
ResponderEliminarEres especial como persona y lo trasmites a través de tus narraciones. Felicidades compañera.
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