A doña Elisa
siempre le había gustado presumir de los años que tenía y los pregonaba a los
cuatro vientos, pero llegó el momento en que se cansó de hacerlo. Aquel día era su aniversario y aprovechó que
ya todos dormían y, para no revelar su edad, la muy presumida, envió junto a
las invitaciones para el cumpleaños, un texto muy singular.
A ella le
encantaba organizar grandes fiestas y también que le hicieran regalitos propios
de ese día, así que encontró la fórmula perfecta. Ese día, envió a sus amigas unas simpáticas tarjetas
con un texto que decía así:
Le invito a usted a mi
enésimo cumpleaños
Felicitaciones a doña Elisa y a doña Luisa, por tan ingeniosos textos, el de la tarjeta y el del relato, respectivamente. Bromas aparte, me ha parecido francamente divertido, Luisa.
ResponderEliminarSe ve que tu madre gozaba del mismo humor que su hija. Bonita narración, como todas las tuyas.
ResponderEliminarMi abuela era una mujer con casi cien años, con la que se podía hablar de todos los temas y casi nunca hablaba en pasado, todo en presente, esa unvitación define a mi tia y a mi abuela.
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