La muchacha llegó con
dos maletas y un diccionario. En una
semana empezaría el intercambio para
aprender español. Pasaron los días y no
apareció a las clases. Notificaron
inmediatamente a la policía porque sospecharon que le habían raptado para trata
de mujeres. La dueña de la habitación
comentó que seguramente había conocido a uno de esos que con buen cuerpo y
labia las conquistaba.
Tiempo después, uno de
sus compañeros de intercambio creyó verla en la fiesta de un pueblo. La chica estaba al frente de un guachinche de
perritos calientes; sin duda allí aprendería rápidamente el español. El chico pensó que se había equivocado y se
acercó para comprobarlo. Se saludaron y
ella le invitó a una salchicha. Él,
asombrado, no parecía dar crédito al verla rodeada de botes de salsas, con la
piel brillante por el calor. ¡Qué
distinta a la joven inglesa fina y elegante que había llegado al lugar, apenas
unas semanas antes!
Eso es lo que se llama adaptarse al medio. ¡Ningún sitio mejor que un guachinche para aprender los entresijos del idioma!
ResponderEliminar¡Genial! tienes recursos para todo .Un buen relato, me ha dado gusto leerlo..
ResponderEliminarSeguro que cuando voviera a su casa y se cambiara, se vestiría ropa elegante, volvería a ser la inglesita de siempre.
ResponderEliminarMª Dolores.