Mi
amiga Carlota y yo, Cecilia, hemos alquilado un pisito con vistas al Rocío. Vamos a pasar unos días inolvidables. Desde la ventana del salón se divisa todo el recorrido
de los rocieros. Podremos ver de cerca
el fervor y el cariño que ponen al transportar a la virgencita.
Después
de cenar, vemos la tele. Nos acostamos
tarde porque estamos de vacaciones. Las
dos juntas platicamos, nos regalamos carantoñas y palabritas de amor.
Como
hoy es el día clave, nos hemos levantado
prontito. Desayunamos café con leche y pan
tostado con aceite. Dispuestas ya, nos
asomamos a la ventana para disfrutar de la Virgen. Ella, sin reparo alguno, nos comprende,
aceptándonos tal como somos.
Ella y la sociedad entera; que se quitó el corsé de los prejuicios hace ya tiempo. Al menos, así lo creo
ResponderEliminarSin duda eran otros tiempos, ahora la tolerancia se impone. Me ha gustado mucho la narración.
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