No parecía real lo que estaba
viendo, mi marido besándose con su compañera de trabajo, la graciosa de Loli
con su culito puntiagudo, ahora comprendí el motivo de lo tarde que llegaba todas las noches que,
según él, era trabajo extra, ¡ya!, y se
lo pagaban con la gloria. Me vio y vino
hacia mí, me dijo que, ya que lo había descubierto, me dejaba, que se iba.
– ¡Y tu hijo qué!
–Te lo quedas tú
Pero, ¿de qué planeta es este tío?.
Cómo explicarle al niño que ya no
había remedio; su papá nos mandaba a paseo.
Había llegado el tiempo de pasar
página.
Será tan cotidiana esta historia, ¿de verdad? Espero que no haya tanto desalmado por ahí. Lo que sí me encanta es tu forma de abordar los relatos. Ese estilo tuyo, tan peculiar, que imprime sello propio a todo lo que cuentas.
ResponderEliminarEs que un culito tan original no se ve todos los días. Esa mujer y ese pobre niño de buena se libraron..
ResponderEliminarPobrecito de los hombres, son tan débiles, sobre todo cuando ven esos raros culos. !Qúe asco!. En vez de fijarse
ResponderEliminaren la inteligencia de las mujeres, podemos hacer varias cosas a la vez. Sabemos llevar las finanzas. Otra cosa, ni siquiera tenía sentimietno paternalista. Creo que eso no pasa todos los días. MªDolores.