No parecía real lo que estaba
sucediendo; descubrí a mi querido nieto llorando, de sus ojos brotaban dos
lagrimones que descendían bañando sus suaves mejillas. Le estreché entre mis
brazos apretujándole con cariño y besando su frente le pregunté inquieta por el
motivo de sus lágrimas. Secándoselas con una servilleta de papel, me reveló:
-Estoy recordando a una amiga del
colegio que marchó con sus padres a Bolivia, su país de origen; la añoro mucho
porque solíamos jugar en el recreo. Ella quedó en enviarme un email en cuanto
llegara, de eso hace más de una semana y aún no lo he recibido; pienso que ha
podido ocurrirle algo malo. Tampoco ha recibido noticias suyas su mejor amiga;
ambos estamos muy preocupados, nos parece imposible que nos haya olvidado. ¡Nos
gustaría mucho volver a verla!.
-No debes preocuparte por eso, -le
murmuré con ternura-: Verla de nuevo será difícil, su país está muy alejado- Tu
amiga, tal vez, esté instalándose en su nueva casa y no ha tenido tiempo de
enviarte el correo, ¡Olvidarte!, jamás lo hará. Las amistades de infancia nunca
se borran, quedan impresas en la mente y el corazón para siempre; puede que uno
de estos días recibas noticias suyas. De no ocurrir así, habrá una razón que la
disculpe, nunca será por dejar de recordarte. Su carita, de inmediato, cambió
de la tristeza al contento.
Por la actitud de mi nieto, advertí
que había captado mis razonamientos y los había aceptado, por lo que decidí,
convencida, que sobre este hecho había llegado el tiempo de pasar página.
Tierna historia que nos habla de la dulce inocencia de la niñez y de las sabias palabras de las abuelas, que siempre encuentran las justas para aconsejar, aliviar, enseñar. Muy bonito relato.
ResponderEliminarEn el mundo de los niños, todo se hace grande, por ese motivo, a veces, sufren y con unas palabras adecuadas vuelven de nuevo al regocijo de llaa vida cotidiana.
ResponderEliminarMe ha conmovido la sensibilidad de tu nieto. Muy bonito. Mª Dolores.
ResponderEliminar