El
orgullo y la prepotencia son corazas que construimos para defender nuestro
honor y, ya de paso, ocultar nuestras inseguridades o miedos; pero paradójicamente,
cuando más creemos que nos protege esa armadura, más nos aísla del exterior. Buscar
el respeto, el aprecio y la valoración desde la humildad da frutos más dulces y
sabrosos.
La
prepotencia te hace fuerte un día pero al día siguiente te sientes vacío y entonces
sabes que jamás volverás a practicar semejante estupidez.
Luisa, hoy nos traes una interesante reflexión sobre el orgullo; un sentimiento de connotación ambivalente, positiva o negativa, en función del contexto donde se mueve. Negativo, si está muy cercano a la altivez y la arrogancia, aunque positivo, si por el contrario, es entendido como autoafirmación, como estima de lo que somos, como dignidad individual.
ResponderEliminarControvertida e interesante narración . Da que pensar en la forma de actuar en cada caso. Estupenda como el resto de las tuyas.
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