Se
va a casar, según dice, con el hombre de su vida. Anteriormente tuvo otro novio, pero no le fue
bien por su carácter violento y por eso rompieron.
Ahora
está su hombre perfecto, la mima, la respeta, la quiere… y se van a casar.
Ella
se encuentra con unas amigas, las más íntimas, en una tasca. Mientras toman
unas cervezas y unos pinchos, la joven bromeaba.
-¡A ver si no me va a entrar el vestido de
novia, comiendo esto!-
Todas
las chicas ríen.
-
¡Que suerte tienes, como te envidiamos!- Le dicen-
-
¡Queremos un novio como el tuyo! –repiten entre risas.
Parece
que las cervezas están haciendo efecto o
es por el alegre acontecimiento, motivo de celebración.
-¡Pues
lo siento, este, es mío y nadie me lo va a quitar! –les contesta ella.
Salen
del establecimiento, cruzan por un paso de peatones, llegan a un parque, donde
unos niños juegan, acompañados de sus madres.
-
¡Miren, dentro de un tiempo, yo también vendré a pasear a mi bebé!.- dice la
novia.
De
pronto, las amigas se quedan calladas, se miran unas a otras. Ella se extraña.
-
¿¡Qué pasa!? –dice sonriendo- ¿habéis visto un fantasma?
Llevó
su mirada hacia la pareja que jugaba con su hijo en el parque, y entonces …dejó de sonreír.
El contraste entre el título, atmósfera de celebración y alegría al que nos invita el comienzo de tu relato; y el giro final, es muy efectivo. No nos dice lo que ve la protagonista, pero no es necesario, queda implícito en el texto. Terminar el relato justo en ese instante, sin más, le otorga intensidad a la historia. Buen trabajo.
ResponderEliminarPuede resultar verídico este relato de sello actual. Me ha parecido muy bueno.
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