En uno de los viajes que hice con el Inserso a Málaga,
cogí el tren de Torremolinos a la ciudad.
Estando en él, vi sorprendida como entraba un hombre con gabardina y
sombrero negros. Me llevé un susto
tremendo pues de pequeña siempre había escuchado que si me encontraba con un
hombre de gabardina larga y negra, seguro que debajo iba desnudo. Esperé
inquieta, pensando:
-¡A ver si éste me va a dar un susto con los años que
tengo!
Pero, no fue así.
Resultó ser el revisor. Le
entregué el carnet de la tercera edad que da la Junta de Andalucía y aquel hombre
de gabardina larga y negra se portó correctamente, incluso se ofreció para
acompañarme a ver la capital.
Así fue como salí de la duda, ante aquel hombre de
negro.
¡Qué bueno!. Piensa mal y no siempre acertarás ¿verdad?. Tus historias siempre me hacen reír y la risa se agradece. Gracias, Teresa.
ResponderEliminarEn tu línea de ingenio y gracia andaluza. Muy bonito
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